lunes, 25 de febrero de 2019

el destino

Algunos creen que el destino es una fuerza que está por encima de nosotros y que nos empuja hacia una sucesión inevitable de acontecimientos, de circunstancias de las que no podemos escapar.

¿Qué implica para las personas pensar algo así? ¿Estamos entonces a la merced del destino, o somos sin embargo libres para elegir nuestro propio camino?

¿Casualidad o causalidad?

Es cierto que a veces suceden cosas que nos sorprenden: conocer a alguien en un determinado lugar en curiosas circunstancias, esa suerte que un día aparece de modo inesperado, esa elección que tomamos sin saber muy bien por qué… ¿Es la casualidad? ¿O se debe tal vez a una misteriosa causalidad?

Es recomendable disponer de una mente abierta con respecto a nuestro modo de pensar, pero el problema está en que si aceptamos la existencia del destino, asumimos que parte de lo que nos sucede está marcado por los designios de a saber quién. Es algo que escapa por completo a nuestra comprensión y puede que incluso hasta a nuestra propia consciencia. Entonces, ¿dónde están los hilos de nuestra responsabilidad? ¿Cómo ser responsable de algo que ni siquiera controlamos?

El destino, el libre albedrío y lo inexplicable

La herencia establece un “destino casi obligado”: la genética de nuestros progenitores en ocasiones nos determina en muchos aspectos, a veces en carácter y otras en rasgos físicos, en enfermedades…El contexto social y personal en el que somos educados también puede afectarnos al menos con una probabilidad de un 30 o un 40%.
Pero también, tenemos la concepción indispensable del “libre albedrío”, donde cada uno está condicionado por sus propias elecciones. Lo está por su propia historia personal y también por su vida en una sociedad que le permite inclinarse por una determinada senda u otra, reconociendo sus errores, confiando en uno mismo y asumiendo nuevos retos.
Y es que, como dijo una vez un viejo escritor italiano, “El destino no reina sin la secreta complicidad del instinto y la voluntad”. Porque la vida de uno no se teje en las estrellas, sino
en nuestra propia realidad y en el día a día, que nos va poniendo pruebas y retos para probarnos como personas.







Somos libres de establecer metas y conseguir nuestros propios logros, pero la casualidad
existe. Y a veces es tan singular, que no podemos explicarla.
William Shakespeare dijo: “El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos.”

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