
¿LA LETRA O EL ESPIRITU?
Romanos 7: 6; 2 Corintios 3: 6
Estos
pasajes son mencionados a menudo por aquellos que le tienen fobia a la
lectura y al estudio; cuando les referimos que deben escudriñar las
Escrituras simplemente responden: “la letra mata”. De esta manera
justifican el pasar tiempos interminables de alabanza y adoración, como
también justifican reuniones para llenarse del “espíritu”;
especialmente algunos pentecostales que creen que es posible ser lleno
del espíritu sin doctrina.
Debido
a lo anterior, quise aclarar lo que significa LETRA Y ESPÍRITU, que
está relacionado con la ley de Moisés y el nuevo pacto; nada tiene que
ver con el conocimiento secular. Veamos:
1. El Antiguo Pacto estaba basado en un documento escrito (Éxodo 24:1‑8).
Moisés
tomó el libro del pacto y se lo leyó al pueblo, que dio su conformidad.
Por otra parte, el Nuevo Pacto tiene como base el Espíritu
vivificador. Un código escrito puede cambiar la ley, pero sólo el
Espíritu puede cambiar la naturaleza humana.
2.
El Antiguo Pacto era una cosa muerta, porque no producía, más que una
relación legal entre Dios y las personas. Creaba una situación en, la
que Dios aparecía como el Juez, y la persona humana como el criminal,
siempre culpable en el juicio.
El Antiguo Pacto era una cosa muerta porque mataba ciertas cosas:
a) Mataba la esperanza. Nunca había esperanza de cumplirlo, porque la naturaleza humana es así. Por tanto, no podía producir más que frustración.
b) Mataba la vida. Una persona no podía ganar más que la condenación y la muerte eterna.
c) Mataba el vigor. Era suficiente para decirle a una persona lo que tenía que hacer, pero no la ayudaba a hacerlo.
En contraste, el Nuevo Pacto es totalmente diferente.
a) Es una relación de amor. Surgió porque de tal manera amó Dios al mundo.
b) Es una relación entre Padre e hijos. Las personas ya no son culpables, sino hijos de Dios, aunque sean hijos desobedientes.
c) Cambia la vida del ser humano, pero no imponiéndole un nuevo código de leyes, sinocambiándole el corazón.
d) Por tanto, no sólo le dice a uno lo que tiene que hacer, sino le da la fuerza para hacerlo. Con el mandamiento trae el poder.
Pablo
pasa a contrastar los dos pactos. El Antiguo Pacto nació con gloria.
Cuando Moisés bajó del monte con los Diez Mandamientos, que son el
código del Antiguo Pacto, le lucía el rostro con tal resplandor que
nadie podía mirarle (Éxodo 34:30).
Estaba claro que aquello sería una gloria pasajera. Ni se mantuvo ni se
podía mantener. El Nuevo Pacto, la nueva relación que Jesucristo ha
hecho posible entre Dios y nosotros, tiene un esplendor mayor que no se
desvanecerá jamás, porque produce perdón en lugar de condenación, vida
en lugar de muerte.
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