lunes, 25 de febrero de 2019

los dos testigos

DOS TESTIGOS MISTERIOSOS

Apocalipsis 11: 3-5.
La obra redentora que Dios aplica a la humanidad, está cargada de misterios. Ejemplo de esto es el árbol del bien y del mal que estaba en el Edén, la escalera que vio Jacob en el valle de la Luz, el fuego de la zarza en el Monte Horeb, la piedra rodante que seguía a Israel en el desierto, las aguas incesantes del arrollo de Querit, la fuerza inmensurable de Sansón, la calabacera de Jonás, el tercer cielo que vio San Pablo, etc.
El caso de los dos protagonistas del apocalipsis 11, no es la excepción. Veamos por lo menos tres cosas acerca de ellos:
1. ¿quiénes son? Dos hombres que todavía no han gustado la muerte (están en pie [Apocalipsis 11: 4; Zacarías 4: 11-14]). Dos hombres que nunca murieron, son Enoc (Génesis 5: 4), y Elías (2 Reyes 2: 11-12). ¿Dónde están?
Dos testigos de la obra redentora. Es decir, que puedan contar el trato que Dios ha dado a los hombres en otros tiempos.
2. ¿por qué Dios los ha reservado para este tiempo?
a)    Porque fueron hombres que desafiaron el mal
b)    Porque fueron hombres íntegros, viviendo aún en medio de un mundo corrompido y vanidoso.
c)     Porque caminaron con Dios. Es decir, vivieron sujetos a su santa voluntad.
3. ¿qué actitud habían mostrado ellos para con Dios en otro tiempo?
a)    Celo. Eran enemigos acérrimos de todo lo abominable y despreciable delante de Dios.
b)    Obediencia. Ambos caminaron de acuerdo a la voluntad de Dios, aún en los momentos más duros y difíciles.
c)     Abnegación. Ambos coincidieron en esto: estaban dispuestos a obedecer a Dios, no importando las duras consecuencias.
El caso de los dos testigos me hace pensar:
v en lo importante que es hacer el bien aquí en la tierra, pues al final de esta vida hay recompensa.
v también me hace pensar en un Dios que toma en cuenta nuestros hechos, ya sean buenos o malos.
Por tanto ahora hermanos, vivifiquemos nuestro diario andar en el señor. Volvamos a la Palabra, volvamos a la doctrina, volvamos al avivamiento, volvamos al evangelismo, volvamos a la devoción, volvamos a la adoración; y así un día, el también volverá por nosotros.

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