DOS TESTIGOS MISTERIOSOS
Apocalipsis
11: 3-5.
La obra
redentora que Dios aplica a la humanidad, está cargada de misterios. Ejemplo de
esto es el árbol del bien y del mal que estaba en el Edén, la escalera que vio
Jacob en el valle de la Luz, el fuego de la zarza en el Monte Horeb, la piedra rodante
que seguía a Israel en el desierto, las aguas incesantes del arrollo de Querit,
la fuerza inmensurable de Sansón, la calabacera de Jonás, el tercer cielo que
vio San Pablo, etc.
El caso
de los dos protagonistas del apocalipsis 11, no es la excepción. Veamos por lo
menos tres cosas acerca de ellos:
1.
¿quiénes son? Dos hombres que todavía no han gustado la muerte (están en pie
[Apocalipsis 11: 4; Zacarías 4: 11-14]). Dos hombres que nunca murieron, son
Enoc (Génesis 5: 4), y Elías (2 Reyes 2: 11-12). ¿Dónde están?
Dos
testigos de la obra redentora. Es decir, que puedan contar el trato que Dios ha
dado a los hombres en otros tiempos.
2. ¿por
qué Dios los ha reservado para este tiempo?
a)
Porque
fueron hombres que desafiaron el mal
b)
Porque
fueron hombres íntegros, viviendo aún en medio de un mundo corrompido y
vanidoso.
c)
Porque
caminaron con Dios. Es decir, vivieron sujetos a su santa voluntad.
3. ¿qué
actitud habían mostrado ellos para con Dios en otro tiempo?
a)
Celo.
Eran enemigos acérrimos de todo lo abominable y despreciable delante de Dios.
b)
Obediencia.
Ambos caminaron de acuerdo a la voluntad de Dios, aún en los momentos más duros
y difíciles.
c)
Abnegación.
Ambos coincidieron en esto: estaban dispuestos a obedecer a Dios, no importando
las duras consecuencias.
El caso
de los dos testigos me hace pensar:
v en lo importante que
es hacer el bien aquí en la tierra, pues al final de esta vida hay recompensa.
v también me hace
pensar en un Dios que toma en cuenta nuestros hechos, ya sean buenos o malos.
Por
tanto ahora hermanos, vivifiquemos nuestro diario andar en el señor. Volvamos a
la Palabra, volvamos a la doctrina, volvamos al avivamiento, volvamos al
evangelismo, volvamos a la devoción, volvamos a la adoración; y así un día, el
también volverá por nosotros.
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